Horacio Erik Avilés Martínez*
Michoacán, cuna de personajes que han dejado huella en la educación nacional, desde José María Morelos y Pavón, como Melchor Ocampo y diputados constituyentes como Francisco J. Múgica Velázquez y Jesús Romero Flores ha forjado a lo largo de décadas un cuerpo docente con una clara identidad combativa, heredera de los ideales revolucionarios y de la visión socialista de la educación impulsada por Lázaro Cárdenas durante su gobierno estatal (1928-1932) y federal (1934-1940).
La historia del magisterio michoacano está intrínsecamente ligada a las luchas sociales que han definido la identidad del estado. Desde los movimientos de las décadas de 1980 y 1990 contra el “charrismo sindical”, pasando por la participación en el movimiento magisterial de 1989 que dio origen a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), hasta las recientes movilizaciones contra las reformas educativas del régimen vigente, los maestros michoacanos han mantenido una postura crítica, por momentos confrontativa, pero también propositiva frente a las políticas educativas que afectan sus condiciones laborales y la calidad de la enseñanza.
La identidad del magisterio de Michoacán, a la luz de la línea del tiempo se ha distinguido por varias características que lo definen, como son las siguientes:
En suma, el magisterio michoacano constituye un caso único de articulación entre la práctica docente y activismo político, donde, por las características propias de violencia, desigualdad, pobreza, migración, explotación y abusos, que son demostradamente superiores a la media nacional, así como de la conciencia de clase magisterial, en la identidad docente del maestro michoacano radica la lucha contra el statu quo como una dimensión pedagógica. Lo señalan con consignas como “el maestro luchando también está enseñando”.
Desde que la escuela pública comenzó en Michoacán, sus maestros han enfrentado con desventaja males sociales formidables. Esta realidad se ha manifestado con particular intensidad, exponiendo a los docentes a condiciones que dificultan significativamente su labor pedagógica. Las escuelas normales rurales han sido semilleros de conciencia crítica y de formación de maestros comprometidos con el cambio social, aunque frecuentemente estigmatizadas y desatendidas por las políticas oficiales, situación que, dimensionada estructuralmente en ausencia de rectoría gubernamental y pérdida de la centralidad de las actividades académicas como eje de la dinámica normalista ha generado vacíos que han aprovechado liderazgos tóxicos para apropiarse instrumentalmente de las instituciones formadoras de docentes, empleando al alumnado como grupo de choque y movilización constante.
Vista en retrospectiva, la lucha magisterial michoacana ha sido compleja y multifacética. No se limita a demandas salariales, sino que abarca aspectos como la defensa de derechos sociales, condiciones laborales, la democratización del sindicato y el rechazo a evaluaciones educativas, consignas que son jerarquizadas o desactivadas discrecionalmente por las cúpulas gremiales en turno. Sus decenas de pliegos petitorios expresan claramente el recorrido que han realizado desde la búsqueda de privilegios para unos cuantos personeros hasta la pugna por volver realidad los anhelos más genuinos y legítimos de cambio social.
Todo lo dicho anteriormente, respecto a la identidad del magisterio michoacano y su lucha histórica, factores aunados a la necesidad inaplazable de garantizar los derechos de las niñas, niños y jóvenes a estar, aprender y participar en las escuelas deben llevar a la conformación de políticas públicas magisteriales, que concluyan con la confusión constante en la que incurre la autoridad educativa michoacana.
Esto implica respetar y seguir al pie de la letra la normatividad aplicable en materia de planeación para el desarrollo y el ciclo de las políticas públicas: es decir, de la mano del magisterio, conformar una agenda pública magisterial específica, el diseño de soluciones estructurales, el establecimiento de su factibilidad técnica, legal, operativa y presupuestaria, la puesta en marcha de acciones piloto, su lanzamiento y acciones de mejora continua, en aras de resolver situaciones atávicas y de hacer cumplir, paralelamente, el marco normativo que ciñe a la educación nacional;
Llegó el momento de demostrar que se quiere solucionar la problemática, generando política pública magisterial delimitada y específica, lo cual es perentorio, pero una en donde se tracen rutas en las cuales prevalezcan el diálogo, la escucha activa, la consulta participativa, asumiendo la identidad docente michoacana e integrándola plenamente al corpus educativo, dejando atrás etapas de confrontación, represalias, simulación, uso clientelar y de discursos triunfalistas, así como posturas simulatorias. En caso contrario, los paros indefinidos de labores, las movilizaciones, las protestas y el desgaste acelerado de las figuras de autoridad educativa en la entidad seguirán presentes, estancando el futuro de las generaciones en formación.
Sus comentarios son bienvenidos en [email protected] y en Twitter en @Erik_Aviles
Visita nuestro portal electrónico oficial: www.mexicanosprimeromichoacan.org
*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C