Horacio Erik Avilés Martínez*
En este Día del Padre, reflexionemos sobre los desafíos únicos que enfrentan los padres michoacanos y la urgencia de fortalecer su papel como primeros educadores
En un contexto nacional e internacional donde la educación atraviesa una crisis profunda, y en una entidad como Michoacán —frecuentemente golpeada por la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades—, ser padre de familia es un acto de resiliencia, amor y responsabilidad cotidiana.
La educación atraviesa una crisis sin precedentes a nivel global, y México no escapa a esta realidad. En Michoacán de Ocampo, esta crisis se agudiza por condiciones particulares que convierten el ejercicio de la paternidad en un desafío complejo y, a menudo, heroico. Hoy, más que nunca, necesitamos reconocer que los padres fuertes generan hijos fuertes, y que la figura paterna es fundamental para construir el futuro de nuestra entidad.
Este Día del Padre, más allá del festejo, debe ser una oportunidad para reflexionar con seriedad sobre el papel del varón como figura educadora, garante de derechos y promotor del bienestar de niñas, niños y adolescentes. La paternidad responsable es un asunto de interés público, con implicaciones estructurales para el futuro de nuestra sociedad.
Michoacán ocupa los últimos lugares en múltiples indicadores de desarrollo social y educativo. En el Índice de Competitividad Estatal 2025 del IMCO, la entidad se ubica en el lugar 29 de 32. El rezago educativo, la precariedad económica, la migración forzada y la inseguridad son factores que complejizan aún más el ejercicio pleno de la paternidad.
Los datos son contundentes y preocupantes. En Michoacán, ser padre implica enfrentar múltiples adversidades que comprometen no solo la capacidad de proveer, sino también de estar presente en la formación integral de los hijos. Veamos algunos datos duros que ilustran el panorama:
Ser padre en Michoacán implica mucho más que proveer: es convertirse en guía, en compañía, en referente emocional y educativo. Pero para lograrlo, los padres necesitan condiciones mínimas de seguridad, oportunidades, formación y acompañamiento social.
La normalización de la violencia y la desintegración del tejido social han erosionado los referentes tradicionales de masculinidad positiva, dejando a muchos hombres sin herramientas para ejercer una paternidad constructiva, sin modelos positivos para ejercerla plenamente.
No puede haber una transformación educativa verdadera si no se reconoce y fortalece el papel activo del padre. La educación es, después de la herencia, el principal factor para la movilidad social. Por tanto, los padres tienen una doble responsabilidad: asegurar entornos seguros y estables, y acompañar de forma activa los procesos formativos de sus hijas e hijos.
Desafortunadamente, aún pesa sobre la sociedad mexicana una visión tradicional que relega al padre al rol de proveedor económico, desdibujando su participación emocional, afectiva y pedagógica. Esto tiene que cambiar.
Lograr que los hijos alcancen trayectorias educativas completas debe ser una prioridad máxima para elevar la calidad de vida de nuestra sociedad y superar los fenómenos económicos, migratorios, delincuenciales y sociales que nos aquejan.
En este contexto, los padres michoacanos no solo son proveedores económicos; son los primeros garantes de los derechos humanos de sus hijos, sus guías primigenios y los arquitectos de su futuro. Esta responsabilidad adquiere dimensiones épicas en un estado donde las circunstancias adversas parecen conspirar contra el ejercicio pleno de la paternidad.
La paternidad debe dejar de ser vista como un acto biológico o jurídico, y pasar a entenderse como una vocación ética, social y educativa.
Paralelamente, el concepto tradicional de masculinidad en Michoacán debe evolucionar hacia un modelo que integre la fortaleza con la sensibilidad, la protección con la educación, y la autoridad con el diálogo. Los padres michoacanos de hoy necesitan desarrollar habilidades que van más allá de la provisión económica.
Por supuesto, todo ello demanda al sistema educativo e impele a formar padres presentes, responsables, amorosos y educadores para construir la sociedad futura a la que aspiramos pertenezcan y participen nuestros hijos y nietos.
El pasado 10 de junio, el Congreso del Estado aprobó oficialmente la conmemoración del Día del Padre en Michoacán, reconociéndolo como una fecha para promover los derechos y responsabilidades de la paternidad. Aunque simbólica, esta medida es valiosa como plataforma para construir políticas públicas orientadas a una paternidad más consciente, activa e igualitaria.
Los tiempos difíciles exigen padres resilientes, ejemplares y educadores. La paternidad michoacana debe reinventarse como una fuerza transformadora capaz de romper ciclos de violencia, pobreza y desintegración social. Esto requiere no solo del esfuerzo individual de cada padre, sino de un compromiso colectivo que incluya autoridades, instituciones educativas y la sociedad en su conjunto.
La figura paterna en Michoacán merece ser reivindicada con toda su fuerza y vigor. No se trata solo de celebrar un día, sino de construir un movimiento social que posicione a los padres como agentes de cambio y pilares fundamentales para el desarrollo integral de las nuevas generaciones.
La celebración que también, tradicionalmente ocurre el tercer domingo de junio debe ir más allá del reconocimiento anecdótico. Es el momento de visibilizar los retos que enfrentan los padres michoacanos y de empujar una agenda pública que los acompañe, respalde y exija su compromiso pleno. Es necesario formular políticas públicas para reivindicar la paternidad como motor educativo y cimiento contribuyente a la transformación de Michoacán.
En tiempos difíciles, los pueblos requieren padres fuertes, pero no en el sentido rudo y autoritario del pasado. Necesitamos padres emocionalmente disponibles, resilientes, formadores y profundamente comprometidos con el bienestar de sus hijos. La paternidad debe conceptualizarse y asumirsecomo una de las tareas más honrosas y trascendentales que un ser humano puede asumir. En Michoacán, donde tanto se necesita reconstruir el tejido social, los padres tienen un papel insustituible en la construcción de una generación más justa, libre y educada.
Celebremos el Día del Padre reconociendo su enorme valor, pero también impulsando una agenda transformadora. Sea esta una invitación a ser agente de cambio desde el ejercicio pleno, comprometido y educador de la paternidad.
Porque reivindicar la paternidad presente y educadora es contribuir al futuro de Michoacán.
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Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C